Es el bautizo del hijo de mi amigo Seba. Voy tarde, atrasado como siempre. Ando solo esta vez. Me paseo por fuera de la Iglesia donde hay unos puestos que venden basuritas de santeros; está todo cerrado, y yo quiero una pulsera roja. Me consigo una, me la pelo a decir verdad, y me la pongo en la mano izquierda. F. ha quedado de llamarme en la tarde para juntarnos. A lo lejos veo a mis amigos saliendo de la iglesia. "Llegas temprano", me dice el Seba, "¿ Qué es tu hijo, niño o niña? ¿Cómo se llama ? ", le respondo, desorientado. Me fijo de que estoy muy elegante , en contraste con mis amigos que andan muy desordenados. Otra vez al revés. Saludo a Álvaro , a Matías, a Chuko, a Negro que me dice que me vaya con ellos en el auto a la celebración. Llegamos a una terraza donde hay mucha gente, está mi familia, todos elegantes como yo. Es un matrimonio. Miro el reloj, 2 para las 9, F. me ha plantado otra vez. "¿Ves? ¡Por eso me enojo contigo!, piss off eh? , al menos por un tiempo largo", le escribo. Siento rabia. Voy a la mesa , necesito una copa, está mi abuela muerta sentada, le digo "quiero vino abuela", me responde "toma, acá hay" y me pasa una botella de etiqueta celeste. Me tomo la copa de un trago, como un shot. Comienza a llegar la otra familia, las mujeres son koreanas, altas, blancas , de pelo negro, preciosas. Una de ellas tiene fama de ser muy fría. No sé quien se lo inventó, me lo dijeron. Es también una cantante de K-Pop. Su canción más famosa se llama "Fly". Abraza a todos muy calurosamente, pero muy extrañamente también. Me quedo sentado mirando. Me despierto enchuchado, no sé por qué . Ya recuerdo, estoy emputecido con F. ¡Ni en los sueños puedes cumplir! ¿Cómo se te ocurre que voy a ir contigo a India si el 50% de las veces en que nos vamos a ver me plantas? Filo, ya pasó casi un mes desde la última vez que hablamos, ni pienses que voy a pisar el palito de nuevo, mejor ni te me acerques. Damn! Me subo al metro, en Baquedano un viejo gordo y canoso me atropella por atrás ,le doy un empujón fuerte con la mano y le digo "¡tenga cuidado!", me dice " ¡qué te pasa hombre!", mi cara le debe asustar porque apenas me mira a los ojos se hace a un lado sin decir ni una palabra más. Mientras saboreo con pulcritud mi agrio momento de victoria, agarro la "La Isla del Tesoro" y comienzo a repasar las notas que hice hace algunos años atrás en las páginas en blanco del libro, tomándome una Mestra mientras esperaba a C. en un café de Lastarria.
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